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Los años maravillosos

Por: Rene Morales

@rene_escritor


Tal vez emulando el nombre de una de las series americanas que más me han gustado en toda mi vida, he querido colocar el título de este relato, por varias razones, pero la mas importante es que en la vida de muchas personas, no en la de todos lastimosamente, la infancia es una de las estaciones más bonitas de recordar.

En mi caso particular la única obligación que tenía era pasar las doce materias del quinto de primaria en el Colegio Aurelio Martínez Mutis, en la Ciudad de Bogotá, hoy en día veo con cariño mis quejas exageradas a tan valiosa responsabilidad, pero era necesario pasarlas para poder cumplir felizmente mis obligaciones navideñas que tanto nos caracterizaban. Vivía en un barrio al sur de la ciudad, un barrio popular con calles de casas viejas, pero con personas y amigos agradables, con los que disfrutábamos en grande las navidades.

Por aquellos años setenta, cuando llegaban los últimos días del mes de noviembre, fue el primer año que lo hicimos. Un grupo de amigos, entre ellos, los hermanos Navarrete, Miguel y Carlos, el paisa Fabio, que eran los vecinos de lado y lado de mi casa, junto con Gonzalo y Caruso, que vivían al frente, nos reuníamos para ir a una de las montañas que rodean la zona oriental de Bogotá; donde se encuentran en su orden varias verdes y hermosas montañas: una de ellas es el monte llamado Guadalupe, en honor a la iglesia la virgen de Guadalupe, luego hacia el norte, Monserrate, con la Iglesia del Señor caído y mas hacia el norte pero en la misma línea, la montaña del cable, ésa era nuestro objetivo navideño.

En esa montaña crecía el mejor musgo que se encontraba en las cercanías de la ciudad, y por esos días la romería de jóvenes y adultos era impresionante, pues agarrábamos el musgo de la tierra y lo recolectábamos para elaborar los pesebres de la santa familia. Durante varios años íbamos por este bello regalo de la naturaleza, para adornar nuestra casa con la creatividad que hacía único cada uno de los pesebres.

No existía ni Santa Claus ni había que colocar árbol de navidad, realmente, por esos años, comenzó lo que se le ha llamado ¨la sociedad de consumo¨ creado por los americanos aprovechando el medio de comunicación mas visto en todos los tiempos, la televisión, que definitivamente cambio muchas cosas de nuestra vida, hasta la manera de celebrar la navidad.

Desde ese momento en mi infancia, recordando mis viajes a aquella montaña para darle vida al pesebre de mi hogar hasta hoy que veo tanta algarabía por objetos que no son típicos de nuestras costumbres, me siento a observar en los centros comerciales la desesperación de las personas en estas fiestas, el pino más grande, las guirnaldas más coloridas, imágenes supuestamente navideñas que no tienen que ver con la época, santa cobrando para una foto con un niño lleno de ilusión y me pregunto ¿Qué es la Navidad? ¿Qué celebramos en esta época tan acelerada del año? ¿Por qué tenemos que gastar más dinero en el mes de diciembre que en los otros meses del año?

¿Por qué tenemos que comprar un árbol para adornar nuestra sala, o comprar elementos alusivos a la navidad con papa Noel para nuestras casas?

Seguramente ustedes tienen respuesta a todas estas preguntas, para mí, son costumbres que nacieron en Europa y Oriente y las han traído a occidente para que les coloquen una marca registrada y se pueda comercializar en millones de diferentes productos.

Eso no es la Navidad para mí, la verdadera navidad está en nuestros corazones, en aquel cerro donde un grupo de niños iban a recoger musgo, en el nacimiento de Jesús, para los que somos Cristo céntricos, es una fecha de paz, que debe inspirar amor, caridad, servicio, ayuda, alegría en nuestros corazones y votos de pobreza, ya que Jesús según cuenta la Biblia no nació en opulencia.

Pero todo lo cambian y las costumbres se vuelven leyes y condenan la esencia de tradiciones que definen una sociedad.

Pasen una feliz Navidad y un próspero año 2023.


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