Por: Laura RoS.
Millones de personas celebramos el día 24 de diciembre con diversas formas de expresarse, sentirlo y disfrutarlo. Debido a una infinidad de causas por las cuales vamos distinguiéndonos en seres individuales como su nombre lo indica, diferente al otro, contamos con esa grandiosa capacidad humana de vivir diferente de acuerdo con nuestra esencia única de ser y estar, al existir ese respeto de las diferencias nos podemos ostentar con un amplio criterio y considerar que el mismo derecho que tengo yo de pensar diferente lo tiene el otro. Bajo esa circunstancia se tiñe de color armonía y paz, así la noche se convierte en fiesta para todos.
Hasta en los hogares más sencillos y carentes de casi todo, digo casi porque contienen lo más importante, la vida, la fuerza y la valentía para seguirla desafiando, abren sus corazones y su creatividad danza al son de la música interna que hace brillar su navidad. Este pensamiento cobra mayor significado cuando encontramos diferencias en los ámbitos en que estamos formulados cada uno.
Al transcurrir la vida y caminar con ella de la mano, lo que nos hace afortunados para poder brindar estas letras emanadas del amor. Contemplamos que los escenarios navideños también se van haciendo translúcidos conforme el tic tac inexorable va dejando la estela a su paso.
Aquellas navidades en la primera etapa de vida infantil, el sentido era otro, la fantasía era magnánima y poderosa provocando un fuerte latir de los corazones, otros eran los colores, otra la vivacidad, recordar aquel momento en que la cartita al Santa era un ingrediente bellísimo, mi mente me lleva ahí y veo el sudor correr por mi frente con la emoción de saber el destino y la relevancia que tenía. El pino sería el fiel depositario de ese deseo que en ese momento solo eran letras, frente al lápiz y papel en el había que hacer la cartita a Santa Claus la emoción al escribirla, entregarla y la alegría que se traslucía en ellos para ser parte importante del juego, tanto que no se sabía quién disfrutaba más esa fantasía. Otro de los grandes momentos es adornar el árbol de navidad imprimiendo el sello que distingue la individualidad del gremio familiar.
Así por tanto, el mes de diciembre está contenido entre energía amorosa y alegrías inolvidables que recrean momentos de dicha y expectativas que hacían latir los corazones infantiles, eran singulares, lo que convertía al 24 de diciembre en una verdadera magia.
Pero esas navidades se transforman en el futuro de esos niños convertidos en papás en los protagonistas del glamour para repetir la historia a los hijos y disfrutarlo en esa siguiente etapa al dar desde sus bolsillos los juguetes anhelados por los pequeños.
Las navidades familiares pueden irse perdiendo en la bruma, les vamos dando otro tono la niebla no permite ya ver el brillo, pero ahí sigue, o se construyen otros escenarios donde toca aterrizar con nuevos colores sabores y sensaciones que la vida va ofreciendo.
Pero eso sí, sea como sea, nuestro almacén de recuerdos se despierta y Santa Claus se hace presente, la emoción viaja hasta lo más recóndito y va por aquello que se vivió en otros tiempos. Se escucha la algarabía, los sonidos diversos, cascabeles y luces de colores las flores de noche buena, el pino precioso lleno de artefactos y moños por doquier se mueve al ritmo de los colores que lo alumbran y los abrazos y besos se reciben y disfrutan los aromas a cena y aquello resplandece, la música navideña y de fiesta nos cobija con su belleza. Se escucha una voz de mamá y papá…” hora de dormir niños que Santa Claus está por llegar y los quiere dormiditos, el que no se duerma no recibe regalos”.
Viene la siguiente fiesta y la mañana abre su luz toca sensiblemente los ojitos y aquel primer pequeño en guardia brinca de la cama y despierta a todos sus hermanitos ¡Ya amaneció! ¡Ya amaneció! los gritos de júbilo sacuden todo mi ser, esbozo una amplia sonrisa, mi corazón palpita regocijado por los recuerdos, y despierto, la realidad es otra…pero por fortuna solo me queda compartir que sigue siendo un privilegio vivir.
Disfruta lo que cada día trae consigo. Viva la vida, Viva la fiesta, Viva sobre todo… el amor.
¡FELIZ NAVIDAD
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